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La familia Barbachano se hizo millonaria con Chichén Itzá

  • Foto del escritor: Diario Peninsular
    Diario Peninsular
  • 21 mar
  • 3 Min. de lectura
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Hoy miles de personas llegarán a disfrutar del equinoccio de primevera en la zona arqueológica de Chichén Itzá, considerada como una de las siete maravillas del Mundo Moderno.


Sin embargo, tal vez no conocías la historia que hay detrás y el hecho que un arqueólogo extranjero y la propia familia Barbachano, fueron los que más se beneficiaron con la Ciudad Maya.


El mágico centro ceremonial ha enamorado a los entusiastas de la historia al punto de que es considerada una de las siete nuevas maravillas del mundo moderno y también es patrimonio de la humanidad por la UNESCO desde 1988.

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Actualmente, la zona arqueológica es propiedad del gobierno del estado de Yucatán y es un sitio clave para el turismo del país, pero no siempre fue así.


En el pasado fue propiedad privada de un particular, e incluso, las tierras se heredaron en más de una ocasión.


Fueron varios los que fueron dueños del terreno donde existe una de las maravillas del mundo moderno.


El primero del que se tiene registro es el arqueólogo Edward H. Thompson, quien compró la zona a un hacendado llamado Juan Sosa por la cantidad de 300 pesos mexicanos.


El estadounidense sabía bien las riquezas que podría encontrar y no dudó en hacerse de la zona que hoy forma parte de la cultura de Yucatán.


Cuando las tierras fueron de su propiedad, se aventuró en ellas y logró encontrar riquezas con las que después comercializó.


Se cuenta que el arqueólogo llegó al fondo del Cenote Sagrado y encontró oro, jade, joyas, esqueletos, piedras preciosas y hasta 30 mil piezas mayas que después vendió. Muchos de estos tesoros hoy se encuentran exhibidos en el Museo Peabody de Connecticut.


En 1926 el gobierno de México, intentó expropiar la zona en el año 1926 y se fue a juicio contra Thompson. No obstante, el arqueólogo murió y sus herederos vendieron Chichén Itzá.

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Las tierras fueron adquiridas por Fernando Barbachano Peón en 1935, por 15 mil pesos mexicanos de aquella época.


Barbachano formaba parte de una de las familias más importantes de todo Yucatán, y sabía la importancia de la zona, por lo que comenzó a construir una zona hotelera.


Para ello, tuvo que llevar a cabo una investigación para probar que todo lo que Thompson había vendido formaba parte de transacciones legales.


De esta manera, logró que la Suprema Corte de Justicia amparara esta situación en el año 1944 y logró así ser reconocido como el dueño legitimo.


Los pleitos legales entre los Barbachano y el gobierno mexicano duraron décadas e incluso continuaron tras la muerte de Fernando.


En el año de 2010, Hans Jürguen Thies Barbachano, sabedor de que el Gobierno mexicano de Felipe Calderón Hinojosa, iba a expropiar las tierras para declarar el lugar patrimonio de la nación decidió negociar con el gobierno de Yucatán.


La ex gobernadora Ivonne Ortega Pacheco, le pagó 220 millones de pesos por una extensión de 80 hectáreas de tierras, es decir, la familia Barbachano, solo entregó una parte de las tierras que originalmente le adquirió al arqueólogo estadounidense.


En ese lugar se encuentra el hotel Mayaland que está en pleito con el empresario Rodolfo Rosas Moya, el hotel hacienda Chichén Itzá, además de tierras que no han sido explotadas.


Sin olvidar que durante 20 años la familia Barbachano, se beneficio con los recursos que se obtenían por entradas a la zona arqueológica y posee piezas genuinas encontradas en la Ciudad Maya que hoy recibirá a Miles de visitantes de diferentes partes del Mundo para contemplar el descenso de Kukulkán la serpiente emplumada.

 
 
 

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